Los
dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia del
valor, magnitud del valor), La utilidad de una cosa hace de ella un
valor de uso.
Pero
esa utilidad no flota por los aires. Está condicionada por las
propiedades del cuerpo de la mercancía, y no existe al margen de
ellas. El cuerpo
mismo
de
la mercancía,
tal como el hierro, trigo, diamante, etc., es pues un valor
de uso o
un bien. Este carácter suyo no depende de que la apropiación de sus
propiedades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo. Al
considerar los valores de uso, se presupone siempre su carácter
determinado cuantitativo, tal como docena
de
relojes, vara
de
lienzo, tonelada
de
hierro, etc. Los valores de uso de las mercancías proporcionan la
materia para una disciplina especial, la merceologia. El valor de
uso se efectiviza únicamente en el uso o en el consumo. Los valores
de uso constituyen el contenido
material de la riqueza, sea
cual fuere la forma social de ésta.
En
primer lugar, el valor de cambio se presenta como relación
cuantitativa, proporción
en que se intercambian valores de uso de una clase por valores de uso
de otra clase,
una
relación que se modifica constantemente según el tiempo y el lugar.
El valor de cambio, pues, parece ser algo contingente y puramente
relativo, y un valor de cambio inmanente, intrínseco a la mercancía.
El
tiempo de trabajo socialmente necesario es el requerido para producir
un valor de uso cualquiera, en las condiciones normales de producción
vigentes en una sociedad y con el grado social medio de destreza e
intensidad de trabajo.
Las
mercancías que contienen cantidades iguales de trabajo, o que se
pueden producir en el mismo tiempo de trabajo, tienen la
misma magnitud de valor.
En
cuanto valores, todas las mercancías son, Únicamente, determinada
medida de tempo de trabajo solidificado. La
magnitud de valor de
una
mercancía varía en razón directa
a
la cantidad
de
trabajo
efectivizado en ella e inversa
a
la fuerza
productiva
de
ese trabajo.
Una
cosa puede ser valor
de uso y
no ser valor.
Es
éste el caso cuando su utilidad para el hombre no ha sido mediada
por el trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra virgen, las
praderas y bosques naturales, etc. Una cosa puede ser útil, y además
producto del trabajo humano, y no ser mercancía.
Quien,
con su producto, satisface su propia necesidad, indudablemente crea
un valor
de uso,
pero no una mercancía.
Para
producir una mercancía, no sólo debe producir valor de uso, sino
valores de uso para otros, valores de uso sociales. Una división
social del trabajo. Ésta
constituye una condición para
la
existencia misma de la producción de mercancías, si
bien
la producción de mercancías no es, a la inversa,
condición
para la existencia misma de la división social
del
trabajo. En la comunidad paleoíndica el trabajo está
dividido
socialmente, sin que por ello sus productos
se
transformen
en mercancías.
Sólo
los productos de trabajos privados autónomos, recíprocamente
independientes, se enfrentan entre sí como mercancías.
Los
valores de uso —chaqueta, lienzo, etc., en suma, los cuerpos de las
mercancías— son combinaciones
de dos elementos: material
natural y trabajo.
El
valor de la mercancía representa trabajo humano puro y simple, gasto
de trabajo
humano
en general. Por más que una mercancía sea el producto del trabajo
más complejo su valor
la
equipara al producto del trabajo simple y, por consiguiente, no
representa más que determinada cantidad de trabajo simple.
Solo
son mercancías debido a su dualidad,
a
que son objetos de uso y, simultáneamente, portadoras de valor.
La
relación de valor entre dos mercancías, pues, proporciona la
expresión más simple del valor de una mercancía.
El
valor de la mercancía A, expresado así en el valor de uso de la
mercancía B, adopta la forma del valor relativo.
La
forma de equivalente de una mercancía, por el contrario, no contiene
ninguna determinación cuantitativa del valor. La primera
peculiaridad que salta a la vista cuando se analiza la forma de
equivalente es que el valor de uso se convierte en la forma en que se
manifiesta su contrario, el valor.
Es,
pues, una segunda peculiaridad de la forma de equivalente, el hecho
de que el trabajo concreto se convierta en la forma en que se
manifiesta su contrario, el trabajo abstractamente humano.
Una
tercera peculiaridad de la forma de equivalente es que el trabajo
privado adopta la forma de su contrario, del trabajo bajo la forma
directamente social. Una sociedad donde la forma
de mercancía es
la forma general que adopta el producto del trabajo, y donde, por
consiguiente, la relación entre unos y otros hombres como
poseedores
de
mercancías se
ha convertido, asimismo, en la relación social dominante.
A
la forma
relativa simple de valor adoptada
por una mercancía, corresponde la forma
singular de
equivalente
de
otra
mercancía.
Una
mercancía solo alcanza la expresión general de valor porque,
simultáneamente, todas las demás mercancías expresan su valor en
el mismo equivalente.
La
clase especifica
de
mercancías con cuya forma
natural se fusiona socialmente la forma de equivalente, deviene
mercancía
dineraria o
funciona como
dinero. Llega
a
ser su función
social específica, y
por lo tanto su
monopolio social, desempeñar
dentro
del mundo de las mercancías el
papel de equivalente general.
El
carácter místico de la mercancía no deriva, por tanto, de su valor
de uso. Tampoco proviene del contenido de las determinaciones de
valor.
La
igualdad de los trabajos humanos adopta la forma material de la
igual objetividad de valor de los productos del trabajo; la medida
del gasto de fuerza de trabajo humano por su duración, cobra la
forma de la magnitud del valor que alcanzan los productos del
trabajo; por último, las relaciones entre los productores, en las
cuales se hacen efectivas las determinaciones sociales de sus
trabajos, revisten la forma de una relación social entre los
productos del trabajo.
Ese
carácter fetichista del mundo de las mercancías se origina, como el
análisis precedente lo ha demostrado, en la peculiar índole social
del trabajo que produce mercancías. Si los objetos para el uso se
convierten en mercancías, ello se debe únicamente a que son
productos
de trabajos
privados
ejercidos independientemente los unos de los
otros.
El
complejo de estos trabajos privados es lo que constituye el trabajo
social global.
Una
formación social donde el proceso de producción domina al hombre,
en vez de dominar el hombre a ese proceso, la conciencia burguesa de
esa economía las tiene por una necesidad natural tan manifiestamente
evidente como el trabajo productivo mismo.
Hasta
qué punto una parte de los economistas se deja encandilar por el
fetichismo adherido al mundo de las mercancías, o por la apariencia
objetiva
de
las determinaciones sociales
del
trabajo, nos lo muestra, entre otras cosas, la tediosa e insulsa
controversia en torno al papel
que desempeñaría la naturaleza en
la formación del valor de cambio. Como el valor de cambio es
determinada manera social de expresar el trabajo empleado en una
cosa, nopuede contener más materia natural.
"El
valor"
(valor
de cambio) "es un atributo de las cosas; las riquezas"
(valor de uso), "un atributo del hombre. El valor, en este
sentido, implica necesariamente el intercambio; la riqueza no".
34 "La riqueza" (valor de uso) "es un atributo del
hombre,
el valor
un
atributo de las mercancías. Un
hombre o una comunidad son ricos,
una
perla o un diamante son
valiosos.
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